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HABLEMOS DE AUTOS: Corvette C8

¿Has visto el nuevo Corvette? Incluso si no eres un fanático de los autos, es fácil apreciar que se trata de una máquina con un diseño increíble. Uno no puede evitar fantasear con tenerlo en su garage y caminar hacia ella cada mañana para iniciar su día. Su precio de 2 millones de pesos, sin embargo, es la barrera que impide a muchos de nosotros transformar ese sueño en una realidad. Pero, si acaso lograramos vender los órganos que no necesitamos para procurar esa cantidad de dinero, ¿valdría la pena gastarlo en este auto? Sí, y tengo algunas sólidas razones para justificarlo. 

Para los no iniciados, la designación técnica de este Corvette es “Corvette C8”, en referencia a que se trata de la octava generación del deportivo fabricado por Chevrolet. A diferencia de sus predecesores, esta generación de Corvette finalmente ha optado por mover su motor hacia la parte de enmedio, cumpliendo las aspiraciones de los ingenieros que trabajaron en los primeros prototipos del modelo allá por finales de los años 50. Esta configuración pone al Corvette en la misma categoría que Ferrari, Lamborghini, McLaren y Porsche; marcas con mucho más prestigio y trayectoria en el negocio de los autos deportivos de alto rendimiento. 

Honestamente, no puedo decir que el Corvette C8 derrota a su competencia europea, pero definitivamente puede ir golpe a golpe contra ella. En el pasado, no importaba que un Corvette tuviera hasta 100 caballos de fuerza más que el Porsche equivalente; en las vueltas a alta velocidad, las esquinas más filosas donde valía más la destreza que el poder, el Corvette parecía un marro primitivo mientras que la competencia se asemejaba más a un bisturí quirúrgico. 

El Corvette C8, por otro lado, se maneja con la misma agilidad que un Ferrari 488, con el valor agregado de que es 7 millones de pesos más barato. El control de dirección, frenos y aceleración puede competir con lo mejor del segmento. Quizá lo mejor es que, a diferencia de los autos italianos, el Corvette C8 inspira una seguridad detrás del volante: te sientes en total control del poder de sus 495 caballos de fuerza y sabes que, si las normas de vialidad te lo permitieran, les sacarías provecho cada minuto que estás en la calle. 

Pienso que gran parte de la seguridad que el Corvette C8 inspira viene de su acogedora cabina. Digo acogedora en más de un sentido, pues es bastante apretada y en comparación a otros autos deportivos quizá hasta parezca claustrofóbica, pero todo en ella está acomodado de tal manera que casi puedo fingir que estoy a bordo de un jet de combate. La pantalla de información y entretenimiento, así como la miríada de controles de tracción, clima y demás, están orientados hacia el conductor, y su presentación es tan intuitiva que rápidamente sabemos qué hace cada botón y cuándo es el momento correcto para presionarlo. 

Mi único problema con este habitáculo es que al centro del mismo, en lugar de tener una palanca de cambios de 7 velocidades como Dios manda, hay un módulo de cambios automático que, incluso si también se parece a algo que Tom Cruise usaría dentro de su jet en Top Gun, se siente demasiado refinado como para pertenecer a la familia Corvette. No me sorprende que así sea, pues como ya hemos dejado claro, esta generación claramente apunta a competir con los europeos y si ellos ya aceptaron las transmisiones automáticas con cambios al volante, Chevrolet también debe de hacerlo.

Afortunadamente, en su exterior todavía podemos encontrar ese clásico encanto americano. Si bien el mover el motor ha cambiado las proporciones del auto, hay muchos detalles de diseño que se mantienen fieles a las generaciones pasadas. El frente se ve como una evolución lógica del angular rostro del Corvette C7. De lado, podemos ver la misma línea curva que va de extremo a extremo que hemos encontrado desde el Corvette C3. Por último, la parte trasera es una reinterpretación moderna de la del clásico Corvette C2 Stingray. Concederé que también se tomaron algunas inspiraciones de Ferrari y McLaren en aspectos del diseño, pero su ADN sigue siendo en su mayoría quintaesencialmente americana. 

Fuera de su belleza estética y genialidad técnica, el Corvette C8 también es muy bueno para cumplir con los requisitos mínimos que cualquier auto debe tener. Sus dimensiones, por ejemplo, son bastante compactas, incluso si las curvas de su carrocería sugieren que es más ancho y largo de lo que realmente es. Esto significa que estacionarse es bastante sencillo, incluso en paralelo. La visibilidad de los alrededores, además, es amplia. A pesar de tener sólo dos asientos, el Corvette C8 hizo un gran esfuerzo para presentar a su dueño con suficiente espacio para sus pertenencias. Como el motor está enmedio, hay lugar para dos maleteros, uno enfrente y otro atrás, ambos con espacio para cargar varias maletas suaves, palos de golf o el mandado de la semana. La cereza en el pastel es su rendimiento de gasolina, pues con 15 millas por galón en la ciudad y hasta 37 en carretera podemos estar seguros que con un tanque lleno vamos a llegar muy lejos.

Aunque puedo decir que obtienes mucho por 2 millones de pesos con el Corvette C8, la realidad es que sigue siendo mucho dinero para el consumidor promedio; especialmente para los adultos jóvenes de 20 años como yo que sólo pueden sentarse en uno de estos autos después de fastidiar por varias semanas al jefe de ventas de su agencia Chevrolet más cercana. No sirve de nada tratar de dar lógica de porqué el Corvette C8 es una buena compra, porque a pesar de que hay muchos argumentos pragmáticos para hacerlo, este es un auto que deseas más con el corazón que con la cabeza. Si estás en la posición de poder comprarlo, sin embargo, encontrarás que el Corvette C8 es uno de los mejores auto deportivos que hay actualmente; no sólo porque es de los que más te da por tu dinero, sino porque te garantiza diversión pura sin mucho compromiso. 

Después de muchos años, el Corvette C8 finalmente se ha ganado un lugar en la mesa de los chicos grandes de los autos deportivos. 

 

 

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