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HABLEMOS DE AUTOS: Bentley Flying Spur

Hablemos del Bentley Flying Spur. El auto puede alcanzar una velocidad más allá de las 200 millas por hora, pero es más largo y ancho que casi cualquier camioneta que podamos encontrar en la calle. Como resultado tenemos un vehículo con una enorme presencia física y suficiente poder como para dejar muy atrás a la mayoría de los autos deportivos del mercado. Sin embargo, la experiencia del Flying Spur no fue diseñada para vivirse detrás del volante, sino en los asientos traseros.

A pesar de su enorme potencial para ser un súper sedán en la misma vena que el Mercedes-AMG E63S, el Flying Spur opta por un camino completamente distinto. El refinamiento de su tracción y suspensión, así como los materiales especiales que evitan que los sonidos del exterior entren a la cabina, tienen como principal misión asegurar que los pasajeros en los asientos traseros sean transportados en la mayor comodidad y lujo posibles. 

El Flying Spur tiene un motor eléctrico en cada uno de sus ejes que gira las barras estabilizadoras para asegurarse de que el auto se quede pegado al suelo sin agitarse incluso durante vueltas pronunciadas. Podrías poner una cartera de huevos en su cofre, ir a pasear justo por debajo del límite legal de velocidad y ver cómo a lo largo del recorrido ninguno de esos huevos cae al suelo. No estamos tratando de ser chistosos; esta es una prueba legítima que se usa para comprobar la efectividad de su suspensión. 

No obstante, esto sólo alcanza a garantizar la comodidad del Flying Spur, ¿qué hay con el lujo? Para responder esto basta con echar un breve vistazo a la plétora de pantallas que encontramos en la parte trasera. Claro, un sistema de entretenimiento con muchas pantallas para los pasajeros no es nada nuevo, y no necesariamente sugiere la idea de “lujo”, pero las pantallas del Flying Spur son más especiales que otras; son tablets de diferentes tamaños que pueden removerse de su lugar con funciones especiales. Desde controlar la música en el auto hasta ajustar los asientos con solo tocar un botón, en estas tablets se otorga el total control de la cabina al pasajero. 

Para hacer notar aún más la ostentosidad del Flying Spur, en medio de los dos asientos traseros hay un descansabrazos que tiene lugar para dos copas. Detrás de él, se esconde un pequeño refrigerador con el tamaño ideal para guardar tres botellas de champaña y la vajilla de coctelería estándar. Beber alcohol y manejar un auto es una terrible, terrible idea, pero preparar un cóctel o reventar una botella de champaña mientras TU CHOFER es quien conduce, suena como una manera excelente para terminar o empezar la noche.

Hablando del chofer, incluso si su asiento no tiene las mismas almohadas integradas de las que disfruta su pasajero, la parte frontal de la cabina también es un lugar muy bello para estar. Alrededor del asiento del piloto podemos encontrar los más exquisitos materiales: piel genuina, madera artesanalmente barnizada y metal que seguramente también podría ser usado para construir un tanque de guerra. Si el chofer no tiene miedo a perder su empleo y decide pisar a fondo el acelerador del Flying Spur, encontrará que toda esa brillante ingeniería diseñada para brindarle un viaje libre de incomodidades al pasajero también se presta para dotar al auto de una increíble agilidad. 

Si bien el Bentley Flying Spur presume que el placer de su experiencia está en la parte trasera, la verdadera diversión se encuentra en el frente. Es como si fuera el Mullet de la industria automotriz. En definitiva es un auto que rinde tributo al legado de Bentley como una empresa altamente activa en los autos de alto desempeño, al mismo tiempo que celebra su estatus moderno como una marca de alto lujo. 

Con todo esto sobre la mesa, es obvio que el Bentley Flying Spur ofrece una de las mejores experiencias del mundo del automovilismo, pero no podríamos esperar menos por su costo estimado de 6 millones de pesos mexicanos. En papel suena como una cifra exagerada para un auto que, en esencia, es similar a un Audi A8 que cuesta mucho menos dinero, pero una vez que se pone detrás del volante o en el asiento más cómodo del Bentley Flying Spur, queda claro que este es uno de esos pocos objetos en el mundo que vale cada centavo de su altísimo precio.

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