Anime

MUNDO ANIME: KAKURENBO

Entre los rascacielos de tuberías de acero, cables eléctricos mallados y luces de neón descoloridas, existe un juego que los niños se atreven a jugar dentro de las ruinas de la ciudad vieja: «Otokoyo», un juego secreto de escondite, en el que todos los que juegan usan máscaras de zorro y solo comienza cuando siete se han reunido. Pero no es un juego normal, ya que todos los que lo han jugado se han perdido. Muchos susurran que es obra de demonios, pero eso es solo un rumor … ¿o no? Kakurenbo sigue la historia de siete niños mientras juegan a Otokoyo por primera vez y descubren por qué si juegas, nunca regresas.

Kakurenbo es una OVA corta y es el primer intento de Yamatoworks en un anime. La premisa es sencilla pero como cualquier buen anime, hay muchas reglas y giros en esta historia de 30 minutos. Pareciera que su duración no es tiempo suficiente para desarrollar los antecedentes de los personajes y una historia profunda, pero da las reglas y los castigos del juego al comienzo y la acción no deja de desenvolverse después de eso. Esto es algo positivo en nuestra opinión, considerando lo confuso y loco que se vuelve todo de inmediato. Por ejemplo, una de las reglas se rompe incluso antes de que comience el juego y detalles como ese van cobrando sentido hacia el final, armando un rompecabezas complejo detrás de la narrativa.

En cuanto a los personajes, todos son niños de primaria, pero todos tienen su propio estilo y apariencia únicos. Por ejemplo, un niño tiene aretes lo suficientemente grandes como para tener un símbolo kanji, otro tiene un mowhawk, etc. Independientemente, estos niños no son el tipo típico de niños, pero es claro que esta historia no va dirigida a una audiencia infantil, especialmente cuando consideramos su apartado visual. No es que se trate de violencia gráfica sino más bien un thriller psicológico que utiliza la animación como un medio para perturbar los sentidos. Sí, esto vuelve a Otokayo algo bastante único ya que es raro ver una obra de tan poca duración que utilice su poco tiempo en pantalla como un medio para comunicar una experiencia así de caótica. Volviendo a los personajes, todos usan una máscara de zorro, lo cual quizá en un sentido técnico fue una forma inteligente de ahorrarse dinero en animación pero contribuye a la atmósfera incierta de la trama en general.

Aparentemente, el equipo de producción tardó 6 meses en producir este cortometraje, y se puede ver que la mayor parte de su trabajo se centró en el arte y la animación. Parece que la mayor parte de la obra fue dibujada a mano, pero los personajes son una mezcla de sombreado de celda y animación tradicional que resulta en un espectáculo bastante llamativo; especialmente porque esta combinación tiende a verse bastante mal cuando no es ejecutada de la manera correcta, aquí genuinamente se ve de maravilla. Los antagonistas son todos vibrantes y rezuman maldad, las luces de neón tienen un suave resplandor, los carteles en las paredes abandonadas están escritos con cuidado e incluso los montones de basura y escombros tienen su propia belleza. El detalle de la obra de arte de fondo es una locura, parece que le pusieron tanto trabajo a los fondos como a los personajes.

En cuanto a los efectos de sonido y la actuación de voz, uno resulta MUY EXCELENTE y el otro MUY mediocre. Los efectos de sonido son de primera categoría y crean el ambiente a la perfección. Casi un poco demasiado perfecto. Se puede escuchar el aire inmóvil, el zumbido de las luces de neón, incluso los edificios en ruinas que hacen que el entorno cruja y se agriete con una claridad antigua. A veces, el sonido te hará saltar si te involucras demasiado en la acción en pantalla. Por otro lado, la actuación de voz es mediocre en el mejor de los casos. La mayoría de las veces no hablan, en su mayoría corren y gritan de miedo. Dos de los niños ni siquiera hablan. Pero donde no hay diálogo, generalmente son una especie de canción de suspenso, espeluznante o francamente siniestra que se cierne sobre la historia. Quizá esa era la idea, así que le daremos el beneficio de la duda.

 

 

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