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RESEÑA: Alex Kidd in Miracle World DX

No hay muchas cosas que puedan pasar la prueba del tiempo. Con suficientes años de por medio, hasta las películas, libros y videojuegos más brillantes tienden a perder su lustre. A veces sucede que el mundo ha cambiado tanto, que estas obras ya no encuentran lugar en él; o lo que es peor, nos hace ver que quizá no eran tan buenas en primer lugar. Tal es el caso de Alex Kidd in Miracle World, un título de la época del Master System que encarna muchos de los problemas del desarrollo de videojuegos de su época, pero se ha mantenido vivo como una obra de culto por tener como protagonista a la primera mascota de Sega. Debido a esto último, es obvio que a pesar de sus dificultades técnicas, Alex Kidd in Miracle World evoca una poderosa nostalgia; una lo suficientemente fuerte como para hacerlo merecedor de un remake en 2021 bajo el nombre de Alex Kidd in Miracle World DX. Seremos sinceros: esta reimaginación moderna no corrige todo lo malo que encontramos en Alex Kidd in Miracle World, pero, al tratarse de una obra realizada con amor por el material original, vale la pena echarle un vistazo para ver hasta donde llega el encanto de la nostalgia.

 

Lo primero de lo que hay que hablar de Alex Kidd in Miracle World DX es obligatoriamente su apartado visual. Nuestro cerebro puede ser engañoso, dicen que las cosas nunca son tan buenas como las recordamos. La ciencia explica que poco a poco vamos distorsionando nuestras memorias para que, con el pasar del tiempo, parezcan mejores de lo que realmente fueron. Se siente como si una lógica similar se hubiera aplicado al retoque visual de Alex Kidd in Miracle World, pues en lugar de tomar la misma ruta que otros remakes recientes como el de Link’s Awakening o el de Ghosts ‘n Goblins, en que la presentación cambia de una manera radical, aquí tenemos algo que se siente más como una versión muy idealizada de sus gráficos originales. Probablemente, los fanáticos más veteranos de Alex Kidd ven algo muy parecido a este bello pixel-art y las fluidas animaciones que lo acompañan en sus cabezas cuando recuerdan el juego original…y esa es la idea detrás de un remake como este: conciliar estas fantasías nostálgicas con la realidad. Si Sega quiere hacer remakes de otras de sus propiedades de esta época, o cualquier otro estudio pretende capitalizar sobre la nostalgia de una manera similar, ESTA es la manera de hacerlo; con una presentación que se siente en todos sentidos como una evolución lógica de su contraparte clásica. Ojalá esta filosofía se aplicara también a su aspecto técnico. 

 

Si bien Alex Kidd in Miracle World DX derrocha estilo, carece de una buena sustancia para complementarlo. Puesto de una manera sencilla, el gameplay se siente directamente sacado de 1986. Y lo estamos diciendo en el peor de los sentidos. Controlar a Alex es tedioso, se siente como que sus saltos de plataforma en plataforma carecen de precisión. Cuando nuestro protagonista no se siente como un tanque, parece que lo hemos bañado en aceite por lo mucho que se resbala en el escenario, cayendo al vacío o fracasando en aterrizar en donde queríamos. Incluso si aprendiéramos a lidiar con estos contratiempos a través de un magistral dominio sobre los controles, todavía encontraríamos el problema de que los movimientos de Alex son poco interesantes y las cosas rápidamente se vuelven repetitivas y aburridas. Lo peor es que todos estos eran problemas que fueron detectados en el Alex Kidd original, ¿que nadie se tomó el tiempo de revisar algunas de las quejas de hace 35 años? 

 

Si Alex Kidd in Miracle World DX no se molesta en corregir errores, no debería de sorprendernos que tampoco tome el riesgo de innovar. Quizá el apartado que más pudo verse beneficiado era el de las peleas contra jefes que se basaban únicamente en una batalla de piedra-papel-o-tijeras. Así como el remake de Final Fantasy VII cambió las peleas basadas en turnos por algo que se parecía más a un hack-and-slash, Alex Kidd in Miracle World DX pudo haber hecho algo aquí para aprovechar los avances en la tecnología y hacer sentir más dinámicos estos encuentros. Esta omisión podría verse justificada como un intento de mantener inmaculada la experiencia jugable, pero, como ya hemos visto, aludir a la pureza del Alex Kidd original no es algo que haya resultado beneficioso para este remake. 

 

Tristemente, no es como si pudiéramos exigir que Alex Kidd in Miracle World DX enmendara todos los pecados de su contraparte original y se convirtiera en un paradigma para los remakes de juegos retro. No sería justo hacerlo. Principalmente porque Alex Kidd in Miracle World, en su versión original, nunca fue un juego realmente especial. Los fanáticos más pasionales podrán enojarse por esto, pero la cruda realidad es que si el juego y las entregas que le siguieron fueran realmente buenas, Sonic nunca hubiera tenido necesidad de existir. Incluso si por algún milagro (chiste completamente intencional), Alex Kidd in Miracle World DX puliera absolutamente todos los contratiempos que plagaron a su predecesor, innovara de acuerdo a los preceptos en turno, y abrazara su bella presentación, tendríamos como resultado un título que es “bueno” en el mejor de los casos. No “excelente”. No “genial”. Sólo “bueno”. En su estado actual, sin embargo, este remake cae en la categoría de “aceptable”. Está lejos de ser terrible, pero aterriza peligrosamente cerca de la zona de la mediocridad. Sostenemos que su sublime presentación es una carta lo suficientemente fuerte para darle al menos una oportunidad al juego, pero todo lo demás aquí expuesto reitera que hay ciertas cosas que mejor deberían quedarse en el pasado; única y exclusivamente como un bello recuerdo.

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